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3 feb 2017

El mundo olmeca y su visión animal

Para los olmecas el mundo estaba formado por tres planos: el mundo adentro, el mundo terrenal y el supramundo. 

En el primero habitan las deidades al interior de la tierra, desde donde se nace y hacia donde se regresa al morir. Las sagradas puertas al interior de la tierra son: 
  • las fauces de ciertos animales como el jaguar, el cocodrilo, la serpiente, el tiburón; 
  • los ojos de agua, pozas manantiales y cuevas;
  • la vagina de la mujer; puerta que se abre para salir al mundo después de habitar en el interior de la tierra, en el útero.
El segundo plano es el mundo terrenal. Es donde el ser humano se relaciona a través de rituales con los otros planos para mantener el equilibrio con la tierra. Y para obtener la siembra, actividad de la que dependen los humanos desde que se volvieron sedentarios. 
La serpiente es el animal que representa su relación con éstos planos; ya que al enrollarse su cuerpo forma un espiral, símbolo natural del viento. El viento es quien empuja a las nubes y trae la lluvia. Es también quien enciende el fuego. El viento tiene la cualidad de generar agua y fuego. Con el agua crece la vida en la tierra y con el fuego se regenera. 
Además, la serpiente es un emisario del rey del monte, un guardián de la selva ante las transgresiones humanas. Cuando el humano explota irracionalmente la selva y los recursos naturales, es atacado por alguna víbora venenosa. También cuida la milpa y los sembradíos, ya que come a ratas, conejos y otros animales pequeños que se alimentan del maíz. 
Protege el maíz para los humanos junto con el jaguar, otro animal de gran poder. Ese último se encarga de devorar a los animales más grandes que se comen el maíz, como el jabalí, el venado y el tepezcuintle. 
Ambos animales acompañan al humano a viajar por el inframundo y el supramundo y le dan poder en el mundo de la tierra. 


El supramundo, el tercer plano, es desde donde los astros y cuerpos celestes generan el movimiento que impulsa la vida que brota del mundo adentro. El amo de este plano es el águila arpía, de donde los caballeros olmecas tomaban las cejas flamígeras. Es la devoradora de los cielos que baja con vuelos impresionantes para llevarse con sus fuertes garras monos y otros mamíferos. 

Los olmecas fueron un grupo interétnico de mixes procedentes de Oaxaca y zoques de Chiapas. Habitaron el macizo montañoso de los Tuxtlas y los pantanos de Tabasco del 1300 a.n.e. al 100 a.n.e. Sus principales ciudades fueron San Lorenzo, La Venta, Tres Zapotes y otras que se encontraban en la Sierra de Santa Marta. Fueron los primeros sedentarios en hacer ciudades grandes y un sistema religioso complejo, producto de su interpretación y relación con las montañas selváticas de los Tuxtlas. Ésta región con su abundante agua, recursos naturales y confluencia étnica, les permitió desarrollar el esplendor que conocemos. Con los olmecas surge una visión del mundo que se extiende por Mesoamérica, con una estética única que les permitía representar su mundo con grandes e imponentes esculturas talladas en piedras de basalto y finas piezas de piedra verde, piedra sagrada que simboliza la vida vegetal con la que el ser humano asegura su vida.

Los olmecas se dieron cuenta hace muchos años que vivir en ciudades con una gran concentración de ser humanos traía consigo mucho desequilibrio ambiental y social. Por eso cambiaron su forma de vivir a pequeñas aldeas o poblados esparcidos por una región. Sus descendientes viven en el Istmo veracruzano. Son los actuales zoque-popolucas de Texistepec y San Pedro Soteapan, o nuntajuipa como ellos se autodenominan, y los mixe-popolucas de Oluta y Hueyapan. Estos pueblos aún mantienen muchos elementos culturales olmecas en su forma de vivir, entre ellos están los mitos y ritos relacionados con el maíz. Y en su concepción de la selva, los ríos y la montaña, donde chaneques, sabios del monte, hombres rayo y nahuales interactúan para el equilibrio del ser humano con los diferentes planos del mundo y sus elementos.

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